¿Me analizarías mi firma, por favor?
Es muy normal que cuando dices por ahí a lo que te dedicas, lo primero que te pregunta la gente es a ver si le puedes analizar su firma. No falla. Reconozco que al principio es algo que me hacía gracia, pero llegado un momento y pasados los años, procuro escaquearme siempre que puedo del asunto.
Nunca he entendido esta manía de la gente, por que por ejemplo, cuando alguien nos dice que es médico, a nadie se le ocurre preguntarle ¿por favor, me auscultarías un poco?.
Pero supongo que forma parte de las gajes de nuestro oficio, y así hay que asumirlo.
De todas formas, hoy día, cuando ocurre esto que comento, yo ya no pido únicamente que me firmen, sino que previamente escriban por lo menos una línea de texto. De esta manera, obtengo muchísima más información que con solo la firma.
Y esto viene a colación por que en algún foro reciéntemente ha existido la polémica de si se debería analizar o no únicamente la firma, sin tener un texto que lo acompañe.
Todos sabemos que la firma nos aporta una información concreta de la persona, muy profunda y personal, pero también que la escritura previa que ha realizado el autor nos está evidenciado la proyección social que hace de si mismo, lo que es igualmente importante.
Una firma sola por supuesto que se puede analizar, pero nos atendremos a aquellos aspectos muy claros que se puedan interpretar en la misma, con mucho cuidado de no hablar de aquéllos que solo podríamos concluir con un texto manuscrito junto a la firma.
Yo siempre digo que todo se puede analizar, hasta un punto o una simple raya en un papel (su ubicación, su presión, su dirección, su ritmo, etc.) Todo nos aporta información y todo nos es válido. Pero hay que ser muy cautos y decir solo aquello de lo que estemos muy seguros, y no elucubrar lo que podría ser, por que corremos el riesgo de equivocarnos hasta el fondo.
Por norma, yo me suelo negar a acudir a programas de televisión para analizar firmas, ya que de por sí me parece un espectáculo que no aporta nada a la grafología. Reconozco que puede ser interesante si el programa trata el asunto con rigor y seriedad, pero esto no suele ser lo normal, al buscarse siempre el morbo del personaje analizado.
Por supuesto, me niego mucho más si encima no dispongo de texto de esta persona para su análisis. Y puestos a ser rigurosos, recordemos que un documento manuscrito es solo una fotografía psicológica del autor de un determinado momento de su vida, y por tanto, así lo debemos tratar. No puede ser nunca lo mismo una carta de juventud que otra realizada en las postrimerías de la vida.
Por desgracia, no siempre podemos contar con el mejor y más completo material de estudio, que serían escritos de la persona de diferentes años de su vida, para conocer así su evolución personal, y debemos conformarnos la mayoría de las veces con un solo documento o incluso con una simple firma.
Seamos pues, comedidos, y adaptemos nuestro análisis a cada situación. Los grafólogos recién salidos del horno son muy dados a lanzarse y a ser poco prudentes, pero el tiempo y la experiencia acaba apagando este fuego.
Lo grave es aquellos colegas que no aprenden y siguen saliendo en los medios hablando de cosas sorprendentes del personaje analizado, cosas que uno se pregunta de dónde las habrán sacado, y pensando finalmente para uno mismo ¡bendita imaginación!.
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