sábado, 30 de julio de 2011

ESCRITURA TERAPEUTICA

ESCRITURA TERAPEUTICA


Contra el dolor / Sus efectos se observan incluso en la salud fIsica La
escritura terapéutica ayuda a elaborar vivencias traumáticas Es lo
que ha demostrado James Pennebaker, un referente en esta área de la
psicología FOTO [La escritura terapéutica ayuda a elaborar
vivencias traumáticas] El doctor James Pennebaker, de la Universidad
de Texas, durante su visita a Buenos Aires Foto: Marcelo Gómez

Tesy de Biase
Para LA NACION

Desde hace 30 años, el profesor de psicología de la Universidad de
Texas James Pennebaker estudia el poder reconstructivo de la escritura.
Invitado por la Facultad de Psicología de la Universidad de Palermo,
exhibe con sencillez sus hallazgos, nacidos en múltiples y
disímiles escenarios, como la Nueva York posterior a los atentados
del 11 de septiembre de 2001, una clínica oncológica o la crisis
provocada en California por el terremoto de 1989.

"Desde 1979 venimos estudiado cómo las personas enfrentan situaciones
traumáticas dolorosas a través de la escritura expresiva.
Comenzamos pidiendo a un grupo de estudiantes universitarios que
escribieran sobre sus vivencias personales más dolorosas, y
descubrimos que aquellas que se habían mantenido en secreto tenían
mayor potencial de enfermar. Entonces, invitamos a las personas a
nuestro laboratorio a contarnos anónimamente estos secretos",
comienza diciendo Pennebaker.

"Con el tiempo y la ayuda de decenas de investigaciones que, desde
entonces, se realizaron en el mundo entero, hoy sabemos que la escritura
expresiva provoca una serie de efectos en cascada sobre la salud
física: estimula la protección inmunológica, relaja y mejora la
calidad del sueño, ayuda a controlar la presión arterial, reduce
el consumo de alcohol y fármacos. Además, reordena el pensamiento,
promueve la conexión con los otros y disminuye las crisis depresivas.
Parece mágico."

-¿Cómo se explica esa magia? ¿Basta con relatar un hecho
traumático para que su poder destructivo ceda?

-Cuando nuestras primeras investigaciones alcanzaron estado público,
yo funcionaba como un imán que atraía a personas que se me
acercaban para contarme sus vivencias traumáticas. Los escuchaba
suponiendo que eso los aliviaría, pero al año siguiente volvían
a encontrarme, el relato no era muy distinto y su estado de salud
tampoco había mejorado. Entonces, aprendí que contar la misma
historia, una y otra vez, no es necesariamente terapéutico. Una de
las condiciones de la escritura expresiva es que movilice las emociones
involucradas, en un proceso de reconstrucción del hecho
traumático.

-¿Qué sucede en el psiquismo para que la escritura se convierta en
un proceso potencialmente terapéutico?

-Escribir cambia la forma en que la gente piensa y organiza su mundo
interno; exige detenerse sobre la experiencia, reevaluar sus
circunstancias, hasta que se alcanza una nueva representación en el
cerebro. Es un proceso que implica reinscribir las emociones en un nuevo
formato. Sus efectos, especialmente en el terreno de la salud, no
siempre son permanentes: es como tomar un analgésico, con efecto en
el corto plazo.

-¿Cuáles son las consignas por respetar para que la escritura sea
eficaz en la elaboración de tragedias, personales o colectivas?

-Las experiencias traumáticas [como puede ser el reciente terremoto
de Chile] atraviesan una fase inicial, que dura entre tres y cuatro
semanas, durante la cual las personas piensan y hablan todo el tiempo
sobre el hecho. En este período de emergencia que sigue al desastre,
es como si autogestionaran un sistema terapéutico que no requiere la
intervención de profesionales de la salud. Numerosas experiencias han
demostrado que, durante esta fase, no es positivo aplicar la escritura
terapéutica.

Personalmente estuve involucrado en dos estudios que fueron un gran
fracaso. Uno de ellos fue con mujeres que estaban terminando su terapia
de radiación contra un cáncer de mama. Como asistían
diariamente al centro médico, les pedimos que escribieran sobre su
experiencia. Sus escritos hacían un ejercicio de anticipación
sobre una situación que no tenían ni idea de cómo se
desarrollaría. De hecho, más de un tercio de estas mujeres al
terminar el tratamiento estaban deprimidas, y la escritura no las
había ayudado.

Es importante respetar este primer período antes de proponer este
tipo de intervención, ya que sus efectos, si no, pueden ser
negativos. Le sigue una fase durante la cual las personas ya no están
tan dispuestas a compartir las historias de los otros y se mantienen
concentradas en la propia. Y, finalmente, una tercera fase en la que
sí son importantes y muchas veces necesarias las intervenciones como
la escritura expresiva, que ayuda a elaborar y ordenar internamente la
experiencia dolorosa.

Sin embargo, yo no propongo a la escritura expresiva para suplantar una
psicoterapia; es una práctica complementaria [a menos que se realice
en el marco de un abordaje clínico, tal como hace la licenciada
Mónica Bruder, referente del doctor Pennebaker en el país, con su
propuesta de cuento con final positivo]. En la Argentina está
culturalmente aceptada, inclusive estimulada la consulta
psicoterapéutica; en cambio, en los Estados Unidos no es así, por
eso yo recomiendo a quienes atraviesan una situación dolorosa o
crítica que se sienten a escribir quince minutos diarios, durante
cuatro o cinco días. Si no se sienten mejor, entonces tendrán que
pensar en otra alternativa.

La escritura expresiva tiene el potencial de ayudar a las personas a
convertirse en terapeutas de ellas mismas.

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