sábado, 13 de agosto de 2011

IMAGENES




          

CAMBIAR LAS SITUACIONES DE LA VIDA

TERAPIAS FALCÓN

Había una vez un discípulo de un filósofo griego al que su maestro le ordenó entregar dinero durante tres años TERAPIAS FALCONa todo aquel que le insultara. Una vez superado ese período de prueba, el maestro le dijo: “Ahora puedes ir a Atenas y aprender sabiduría”. Cuando el discípulo llego a la ciudad vio a un sabio sentado a las puertas de Atenas que se dedicaba a insultar a todo el que entraba y salía. También insulto al discípulo, que se hecho a reír. ¿Por qué te ríes cuando te insultas?, le preguntó el sabio. “Porque durante tres años he tenido que pagar por esto mismo y ahora tú me ofreces gratuitamente”, contestó el discípulo. “Entra a la ciudad –le dijo el sabio es toda tuya”. En el siglo IV, los padres del desierto, un grupo de personajes excéntricos que se retiraron al desierto, en los alrededores de Scete, para llevar una vida de sacrificio y oración, contaban historias para ilustrar el valor del sufrimiento y la resistencia. Sin embargo, no fue ésta la que abrió el camino a la “ciudad de la sabiduría” al discípulo. Lo que le permitió afrontar de un modo tan efectivo una situación difícil fue su capacidad para cambiar la perspectiva, para ver su situación desde una atalaya diferente. La capacidad para cambiar de perspectiva puede ser una de las herramientas más efectivas de que disponemos para afrontar los problemas de la vida cotidiana. La capacidad de ver los acontecimientos desde perspectivas diferentes puede ser muy útil para ser feliz. Al practicarla, podemos utilizar ciertas experiencias, tragedias próximas para desarrollar la serenidad de la mente. Tenemos que darnos cuenta de que cada fenómeno, cada acontecimiento, tienen aspectos diferentes. Todo tiene una naturaleza relativa. Así cuando se pasa por situaciones desesperadas podemos ver que también se presentan numerosas oportunidades para encontrar nuevas perspectivas para la vida, y lo que probablemente no hubiera acontecido sino ocurría. Así que en este sentido todo es útil en la vida. Y para ilustrar lo dicho voy a relatar una historia muy singular para TERAPIAS FALCON reflexionar lo positivo que hay en todo cambio: No había en el pueblo peor oficio que el de portero del prostíbulo. Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre? De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenia ninguna otra actividad ni oficio. Un día se hizo cargo del prostíbulo un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio. Hizo cambios y después cito al personal para darle nuevas instrucciones. Al portero, le dijo: "A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va a preparar un reporte semanal donde registrara la cantidad de personas que entren por día y anotara sus comentarios y recomendaciones sobre el servicio..." El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero..."Me encantaría satisfacerlo, señor - balbuceo - pero yo...yo no se leer ni escribir..." ¡Ah! ¡Cuanto lo siento!" "Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabaje en esto toda mi vida..." No lo dejo terminar: "Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Le vamos a dar una indemnización para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento. Que tenga suerte..." Y sin más, se dio vuelta y se fue. El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había pensado que podría llegar a encontrarse TERAPIAS FALCÓN en esa situación. ¿Que hacer? Recordó que en el hotel cuando se rompía una silla o se arruinaba una mesa, él, con un martillo y clavos lograba hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria hasta conseguir un empleo. El problema es que solo contaba con unos clavos oxidados y unas pinzas muy viejas, entonces decidió usar parte del dinero para comprar una caja de herramientas. Como en el pueblo no había una ferretería, debía viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra. ¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha. A su regreso, trama una hermosa y completa caja de herramientas. De inmediato su vecino llamo a la puerta de su casa: "Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme... “Mire, si, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar...como me quede sin empleo..." "Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano." El portero accedió y le presto el martillo. A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino toco la puerta: "Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende?" ''No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería esta a dos días en mula." "Hagamos un trato - dijo el vecino - Yo le pagare los dos días de ida y los dos de vuelta, más el precio del martillo, total usted esta sin trabajar. ¿Qué le parece?" Realmente, esto le daba trabajo por cuatro días...Acepto. Volvió a montar su mula. Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa: "Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?" "Si, así es..." "Mire, yo necesito unas herramientas, y estoy dispuesto a pagarle sus cuatros días de viaje, más una pequeña ganancia. Yo no dispongo de tiempo para el viaje." El ex-portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue." El ex-portero pensó entonces que mucha gente podría necesitar que el viajara a traer herramientas de las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo de viajes. La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje. Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes. Alquilo un carretón para almacenar las herramientas y algunas semanas después alquilo un cuarto que se convirtió en la primera ferretería del pueblo. Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no viajaba, los fabricantes le enviaban sus pedidos. El era un buen cliente. Con el tiempo, las comunidades cercanas preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha. Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para el las cabezas de los martillos. Y luego, ¿por que no? Las tenazas...y las pinzas...y los cinceles. Y luego fueron los clavos y los tornillos. Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez años aquel hombre se transformo con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas. Un día decidió donar a su pueblo una escuela. Ahí se enseñaría, además de leer y escribir, las artes y oficios más prácticos de la época. En el acto de inauguración de la escuela, el alcalde le entrego las llaves de la ciudad, lo abrazo y le dijo: "Es un gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primera hoja del libro de actas de la nueva escuela". El honor sería para mí - dijo el hombre - Creo que nada me gustaría más que firmar allí, pero yo no se leer ni escribir. Yo soy analfabeto." ¿Usted? - dijo el Alcalde, que no alcanzaba a creerlo. ¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto, ¿qué hubiera sido de usted si hubiera sabido leer y escribir?" "Yo se lo puedo contestar - respondió el hombre con calma. Si yo hubiera sabido leer y escribir...sería portero del prostíbulo!

 "Moraleja: Generalmente los cambios son vistos como adversidades. Pero las adversidades encierran oportunidades. A menudo, cuando surgen los problemas, nuestras perspectivas se estrechan. Quizá tengamos concentra TERAPIAS FALCÓNda toda nuestra atención en preocuparnos por el problema y abrigamos la sensación de que únicamente nosotros pasamos por tales dificultades. Eso puede conducir a una especie de ensimismamiento que hace que el problema parezca muy grave. Cuando sucede eso, creo que puede ayudar mucho a ver las cosas desde una perspectiva más amplia, dándonos cuenta, por ejemplo, de que hay muchas personas que han pasado por experiencias similares e incluso peores y han salido avante. Al cambiar lo malo por bueno, lo negativo por positivo, lo gris por claro estamos dando un giro nuevo a la vida. Por tanto a todo problema no hay que ponerle atención permanente sino inmediatamente transfiriendo en una solución para poderle controlar, así impedimos que el mal por pequeño que sea no se convierte en gigante y que nos abruma y nos enferme mental y físicamente. Cuando alguien nos hace daño. A muchos le provocan cólera que lo llevan por largo tiempo porque son personas explosivas, neuróticas, negativas, inconformes de todo y de todos. En cambio la persona serena mira en esta persona las cualidades positivas y le brinda otra oportunidad para ver las diferencias desde otros ángulos diferentes. En todo caso este tipo de situaciones requiere de un esfuerzo por parte de las personas negativas para encontrar soluciones más efectivas en su comportamiento, porque a la larga no le conduce a nada sino genera rechazo de quienes le rodean. Debe aplicar su capacidad de razonamiento y examinar la situación del modo más objetivo posible. Por ejemplo, puede reflexionar sobre el hecho de que cuando está realmente enojado con alguien, tiende a percibir en el otro cualidades negativas, del mismo modo que al sentirse fuertemente atraído por alguien, suele ver únicamente sus cualidades positivas. Si su amigo, al que considera una persona excelente, le causara deliberadamente daño, de repente usted se percatará de que no sólo tiene buenas cualidades. De modo similar, si su enemigo, al que detesta, le pidiera sinceramente perdón y se mostrara amable, es poco probable que siguiera considerándolo malo. Así pues, aunque esté enojado con alguien y crea que esa persona no posee cualidades positivas, recuerde que nadie es malo ni totalmente bueno. Siempre hay que buscar el punto de equilibrio en su proyección mental y así usted encontrará la verdadera naturaleza de todas las cosas.

En la escuela de misterios de Pitágoras se enseñaba la palabra luchar que significada “Crear fricción”. Significa producir energía. Por ejemplo si estás enfadado, si sientes que una gran ira está surgiendo en ti, el método de Pitágoras es: cuando surja la ira en ti confróntala; deja que surja en ti una gran alegría. Será difícil, porque cuando estás colérico es difícil estar alegre, pero no imposible. La Ira y la felicidad son dos energías diferentes. Es la ira que se va a convertir en alegría, porque la alegría está detrás de la ira. Eso se llama fricción, estás creando dualidad, estás creando dos momentos y tienes que cambiar la negativa por positiva y si logras llegar a la alegría te habrás sobrepuesto a la ira.

Otro ejemplo cuando surja el sexo, crea amor. En este caso son la misma energía. Camina desde el sexo al amor y vas a sentir más reconfortado. Al principio será difícil, porque hemos olvidado los métodos de fricción. Pero al ir intentando vamos envolviéndonos en amor y por ende en felicidad, plenitud de vida. Cuando te sientas triste empieza a bailar. Te sorprenderá el cambio inmediato que eso produce en ti. La tristeza está ahí, en un rincón, pero en otro rincón, justo frente a ti empieza a surgir una sutil dicha. Mi hermana Fabiola me preguntaba como se puede contrarrestar la tristeza de la muerte de un ser querido. Recordando y rescatando de la persona que ha fallecido su sabiduría, sus buenas acciones, sus ejemplos, fortalezas, el cariño que nos brindo, y así siempre vivirá entre nosotros en este paso efímeo por la tierra. Con estos ejemplos cotidianos nos podemos dar cuenta lo que está ocurriendo en tu interioridad, una lucha entre la tristeza y la alegría, ambas cosas a la vez, eso es fricción. Esa fricción produce una gran energía, provoca un gran fuego en ti, y ese fuego purifica. Con la fricción siempre surge el fuego. El método para transformar la actitud ante tus enemigos supone llevar a cabo un análisis sistemático y racional de nuestra respuesta habitual cuando nos causan daño. Ya dije examinemos la actitud característica hacia los enemigos. En términos generales, es evidente que no les deseamos lo mejor, pero aunque nuestros adversarios se hundan a consecuencia de nuestras acciones, hay algo lamentable con esos sentimientos de animadversión, porque vengarse no hace sino crear un círculo vicioso, ya que la otra persona no lo va a aceptar y, entonces, la cadena de venganzas es interminable. En las sociedades, esa dinámica, puede transmitirse de una generación a otra. El resultado es que ambas partes sufren y la vida se envenena; puede comprobarse en los campos de refugiados, donde se cultiva el odio hacia el enemigo desde la infancia. Es muy triste. Lo mismo sucede en los países, en especial los subdesarrollados, donde la democracia no cuaja, por el egoísmo de las clases privilegiadas de no querer compartir responsabilidades sino el buscar más lucro, así el odio político del partido perdedor va generando una ola negativa que no solo afecta al partido triunfante que gobierna, sino a toda la nación y los que más sufren son las clases más débiles que siempre estarán allí por la falta de solidaridad de los que más tienen. Algunas personas consideran que el odio es bueno para el interés nacional, lo cual me parece muy negativo y de una mentalidad muy estrecha y dañina. Contrarrestar esta forma de pensar y actuar constituye la base del espíritu de la no violencia y la comprensión. Y para ello hay que adquirir compasión, ya que tu naturaleza es la misma que la del resto. Si tu sientes alegrías, tristezas, penas, angustias, excitación, etc., aquellos que te rodean también las sienten. No eres el único que siente emociones, y se siente lastimado. Si a ti no te gusta lo que te hacen, no se lo hagas a otro, porque es como si te lo hicieras a ti mismo. Todos tenemos la misma naturaleza. Ésa es la compasión budista y el amor crístico.
En el budismo se dice que la compasión no es un sentimiento ni emoción, sino un estado de conciencia más armónico, o sea, más útil, donde se es más libre al comprender la esencia. Así que a meditar sobre la causalidad del yo, es decir, de tu personalidad, haciendo retrospectiva de tu experiencia de vida, dándote cuenta de que las personas actúan dependiendo de lo que son, que es su experiencia, memoria y capacidades innatas. La compasión no es lastima por los demás, es el deseo de que los demás estén libres de sufrimiento, por ello aspiramos alcanzar la iluminación y también nos encaminamos en acciones virtuosas. Una vez un maestro zen me dijo "compasión no es para nada tener lastima del otro sino ponerse en el lugar del otro que como uno quiere librarse del sufrimiento, por lo que tratamos de ayudarlo, no importa si es amigo o enemigo, conocido o desconocido" En el budismo hay una práctica muy interesante sobre las actitudes que adoptamos ante nuestros enemigos. Ello se debe a que el odio puede ser muestro mayor obstáculo para avanzar a una dicha plena. Si se aprende a ser paciente y tolerante con los enemigos, todo lo demás resulta más fácil, y la compasión fluye con naturalidad. Así pues, para los que practican la espiritualidad, los enemigos juegan un papel crucial, porque la compasión es la esencia de la vida espiritual. Y para alcanzar una práctica cabal del amor y la compasión, es indispensable la práctica de la paciencia y la tolerancia. No hay fortaleza similar a la paciencia, no hay peor aflicción que el odio. En consecuencia, no debemos ahorrar esfuerzos en la erradicación del odio al enemigo, y aprovechar el enfrentamiento como una oportunidad para intensificar la práctica de la paciencia y la tolerancia. De hecho, el enemigo es el elemento necesario para practicar la paciencia. TERAPIAS FALCÓNSin su oposición no puede surgir la paciencia o la tolerancia. Normalmente, nuestros amigos no nos ponen a prueba no nos ofrecen la oportunidad de cultivar la paciencia; eso es algo que sólo hacen los enemigos, muchos de ellos gratuitos. Así que, desde este punto de vista, podemos considerar a nuestro enemigo un gran maestro y reverenciarlo por habernos proporcionado esa preciosa oportunidad de transformar nuestra forma de ver la vida. Imaginemos como sería la vida si nunca no nos encontraremos con un enemigo u otros obstáculos. Si desde la cuna hasta la tumba todo el mundo nos halagara y mimara, nos abrazara y nos divirtiera, si nunca no tuviéramos que enfrentarnos a los desafíos y pruebas, el resultado sería que nos convertiríamos en una masa gelatinosa, es una verdadera monstruosidad, con el desarrollo mental y emocional de un ternero. Es la lucha por cambiar la que nos pone a prueba, los que nos oponen la resistencia necesaria para el crecimiento espiritual y por ende social.

LA EQUIDAD ETERNA




La verdadera paz puede hallarse incluso en el corazón de una tormenta, que a pesar de las adversidades, la persona que permanece firme en encontrase a sí mismo puede vivir en su verdadera calma. Por el contrario puede hallarse sólo en un desierto, con la única compañía del crepúsculo y el vasto silencio de la paz de la naturaleza, y obstante puede ser devorado por los vientos de los temores, el miedo, las pasiones que le conducirán inevitablemente al encadenamiento de sus ataduras, borrando en su corazón la bondad amorosa y la paz interna.
La naturaleza si es observada a la ligera, puede aparece cruel y codiciosa, que derrama la sangre de los animales más débiles; pero fijándonos en los sencillos hechos que muy pocas personas han reparado. En el mundo hay más corderos que leones. No es por casualidad. La naturaleza no es algo ciego o disparatado. La naturaleza es acción y no desperdicio material. No comete errores en su creación. ¿No nos sorprende que en el crisol de las fuerzas de la naturaleza, el león ha perdido la partida ante el cordero en la lucha por su existencia. Tampoco explica que el ser humano se ponga de parte de la gacela. De hecho el ser humano empezó su carrera de matarife, matando primero a esta dócil criatura.
El humano mata más gacelas que leones. No es el hombre el que condena al león, sino la naturaleza. Reflexionando comprobaremos que la naturaleza no puede conceder una fuerza concreta en direcciones opuestas a la misma criatura. El león es un gran luchador pero procrea muy lentamente. Toda la fortaleza de su maravilloso cuerpo está enfocada en la lucha. Tener crías le debilita y resulta un incidente en su vida. Por su parte la gacela no es un luchador y por lo tanto es débil. Pero la gacela no gasta energía luchando y por ello procrea mejor. La naturaleza reconoce que al crear al león cometió un error y corrige ese error. El león y el resto de los animales cuyo instinto es matar están desapareciendo, mientras que los animales pacíficos siguen aumentando su población.
No existen excepciones a esta sentencia de extinción pronunciada por las leyes inmutables de la naturaleza contra todos los seres que depredan. La naturaleza se rige conforme a una equidad eterna y, por la propia ley del universo. El luchador está inmerso en una batalla perdida. Siempre ha sido así y siempre será así, tanto que se trata de un animal como del hombre, en la selva o la ciudad, ahora y siempre, el león pierde. Pierde cuando gana. Muere cuando mata. Por la propia naturaleza de las cosas, cuando devora la carne caliente del cordero que arrancó del rebaño, no está sino devorando su propia especie. Cuando el primer león atacó a su presa con su poderosa zarpa y rugió por el deleite que sentía al devorar el costillar ensangrentado estaba cantando, no a la muerte de la indefensa criatura que se comía, sino el himno fúnebre de su propia especie. La bestialidad es poca inspiradora. Los leones no viven en manadas grandes, sino que forman pequeños grupos, los osos son solitarios. En la raza humana hay una similitud con el mundo animal, hay grupos pequeños de personas que pasan la vida luchando entre sí. Ese salvajismo se vuelve contra uno mismo, tanto en las bestias como en los seres humanos, y es la fuente de debilidad y exterminio.
Según la analogía de las cosas, las bestias están llamadas a desaparecer. Ningún gran soldado conquistó realmente nunca nada. Sus victorias son ilusiones. Los imperios, si no descansan en nada más sustancioso que una arma, se derrumban con rapidez. Al final, los soldados deben repudiar la fuerza y echar mano a la justicia y la razón para impedir que su imperio se venga abajo. La bestia de presa, tanto animal como humana es solitaria, está desesperada y desvalida. Irremediablemente condenada, pues es en la bondad donde radica la verdadera fortaleza. Bondad es el león, con todos los atributos del león que le concedió la naturaleza, excepto en el gusto por la sangre. De ser así, poco a poco toda la vida se postraría ante su soberanía irresistible.
El humano se hace y se deshace él mismo. En el pensamiento forja las armas con la que se autodestruye. También en él crea las herramientas con las que se hace mansiones de alegría, fortaleza y paz. Solo depende de la elección correcta y la aplicación verdadera del pensamiento. El humano asciende a la perfección divina por su constante trabajo de humildad para elevar sus virtudes, pilares que sostienen la constante construcción de su templo interno; o a través del abuso y la aplicación incorrecta del pensamiento, desciende por debajo del nivel de las bestias. Entre ambos extremos están todos los grados de carácter, de que el humano es su hacedor y señor.

EL TESORO OCULTO



Cuenta una antigua leyenda hindú que en un tiempo todos los hombres que vivían sobre la tierra eran dioses, pero como el hombre pecó tanto, Brahma, el dios supremo, decidió castigarlo privándolo del aliento divino que había en su interior y esconderlo en donde jamás pudiera encontrarlo y emplearlo nuevamente para el mal.
- Lo esconderemos en lo profundo de la tierra, dijeron los otros dioses.
- No, dijo Brahma, porque el hombre cavará profundamente en la tierra y lo encontrará.
- Entonces, lo sumergiremos en el fondo de los océanos, dijeron.
- Tampoco, dijo Brahma, porque el hombre aprenderá a sumergirse en el océano y también allí lo encontrará.
- Escondámoslo en la montaña más alta, dijeron.
- No, dijo Brahma, porque un día el hombre subirá a todas las montañas de la tierra y capturará de nuevo su aliento divino.
- Entonces no sabemos en dónde esconderlo ni tampoco sabemos de un lugar en donde el hombre no pueda encontrarlo, dijeron los dioses menores.
- Y dijo Brahma: Escondedlo dentro del hombre mismo; jamás pensará en buscarlo allí.
Y así lo hicieron. Oculto en el interior de cada ser humano hay un ser divino. Y desde entonces el hombre ha recorrido la tierra, ha bajado a los océanos, ha subido a las montañas buscando esa cualidad que lo hace dios y que todo el tiempo ha llevado en su interior. Reflexionando en esta antigua leyenda se puede afirmar que en otros tiempos el ser humano era totalmente consciente de ser ese centro motivador y conocía su herencia y dominio. Vivía plenamente en un estado de divinidad, pero casi todos han renunciado a ese don divino, y hoy la gran mayoría desconoce esa cualidad que es la verdadera herencia de la humanidad. Lo que el ser humano tuvo en una ocasión, puede volver a alcanzarse. Ese es el principio que subyace a la infinita variedad de vida y manifestaciones que vemos a nuestro alrededor y que incluye nuestra vida junto con las de todas las cosas existentes, ya que todo lo que existe tiene vida.
Estoy Seguro que al ritmo de la ciencia, los argumentos para demostrar que las cosas no son materiales, serán amplias, suficientes y demostrables, ya que la ciencia no tardará en ver que todas las cosas pueden reducirse a un elemento primigenio que contiene innumerables partículas distribuidas universalmente, que responden a influencias vibratorias, y que están en perfecto y absoluto equilibro. Por consiguiente, se deduce, en términos matemáticos, que tuvo que haber algún tipo de movimiento, alguna acción inicial, que agrupase las infinitas partículas de esta sustancia universal penetrante, para que con su evolución se formare los objetos. Este poder no se origina totalmente en el interior de una partícula, sino que se trata de un poder más grande. No obstante, armonizando con la partícula a través de vuestro pensamiento y acción decidida, y cooperando con la vibración se da selectividad a estas partículas. Por ello, la ciencia física se verá obligada a hacer las deducciones necesarias para comprender y reconocer la presencia de una fuerza que hoy por hoy no se comprende porque está inactiva, y que permanece inactiva porque no se la reconoce.
No se trata de un universo material como se cree. Esa sólo es una definición. Ese universo se manifestó a partir del espíritu y, por tanto, es espiritual. Es ordenado, verdadero. Si es verdadero es científico, si es científico, es inteligente, es vida unida con vida inteligente. La vida unida y guiada por la inteligencia se convierte en determinación y, a través de la determinación, pasa a ser vocación. El espíritu es la energía primaria, vibrante y originaria, inmortal y libre, por lo mismo que es de naturaleza simple. Por tanto los espíritus pueden obrar sobre la materia, ya que el espíritu se refiere más propiamente a la vida psíquica o a la parte más elevada de nuestro ser, en cuanto inteligente y volente. Podemos entrar en el espíritu y utilizar su energía simplemente aceptando o reconociendo que existe; entonces, se manifiesta y todo el espíritu se transforma en un manantial interno e inagotable de vida perpetua y original. Esto determinación no es cuestión de largos años de estudio, ni pasar por períodos de formación, privaciones ni penalidades, solo es cuestión de aceptación que esa vibración existe y que fluye dentro de ti.
Todos somos una gran sustancia de la mente creativa, gracias a ello sabemos que todas las cosas existen, no en la mente sino en la realidad. Que llena todos los espacios, y todos nuestros pensamientos, palabras y acciones proporcionarán una mayor actividad a dicho principio, pues habríamos descubierto su dominio y estaremos utilizando la energía para emitirlo. Al emitir ese poder que fluye desde nosotros nos convertimos en una fuente de suministro que nunca se agota y nos convertimos en divinidades, ya que generamos energía en nuestro interior y también en nuestro alrededor, pero está permanece inactiva hasta que pensemos en ella y que existe. Entonces veremos fluir desde nuestro ser interno de manera ilimitada. le presentaremos al mundo y el mundo se beneficiará de ello. Por tanto nosotros debemos presentar esa realización manifestando la fuerza motriz mediante el poder de la realización, con cada i uno de nuestros pensamientos y actos. Entonces seremos dioses que nos manifestamos desde nuestro interior y que somos realizadores positivos y definitivos.
Allí hemos culminado la belleza arquitectónica de construir nuestro templo Interno, sabiendo con conciencia que dicho templo es nuestro cuerpo puro y verdadero, exaltado por una morada sagrada, íntegra y total. Somos seres energizadores, recipientes íntegros que fuimos para derramar este principio vibracional que fluye a través de nosotros y que derramamos en amor con constante expansión para que la humanidad se beneficie bebiendo esta agua de pura vida y quienes lo hagan no volverán nunca más a sentir sed. Para ello debemos ser humildes para manifestarnos con humildad, siendo nosotros mismos la propia fuerza y energía impulsadora que se va tornando más potente y accesible y convertiremos a nuestra vida cotidiana es una verdadera obra maestra.
CONCLUSION:
Sabiendo, en primer lugar, que esa energía existe, y luego utilizándola con absoluta confianza, no tardaremos en ser totalmente conscientes de ella. Sabremos que es exhaustiva en nosotros y a través de nosotros. Fluirá hacia nosotros en la misma medida que la permitamos fluir desde nosotros, Es decir somos el yo soy que vive en la cámara secreta de nuestra propia alma. Solo tenemos que dar el primer paso para descubrir nuestro mayor tesoro para ir en buscar de la realización.

LA FUNCION DEL PENSAMIENTO

Primero, pensamos lo que significa que entre en acción la mente consciente. Las personas imaginamos y creamos. Este es el primer poder que despertamos, este proceso, es lo que primero experimentan los científicos en su mente. Para la realización de un proyecto primero se lo sueña; segundo, se siente la emoción de su creación; y tercero se lo idealiza para luego darle la forma. Es decir primero hay que pensarlo, sentirlo para vivirlo, lo que significa que la imaginación es parte importante dentro de nuestro proceso creativo que no tiene límites y tenemos que darle todas las características para comenzar a vivir.
La visualización

Tomando como ejemplo la salud. Tenemos que visualizarnos sanos, felices, con energía para permitirnos actuar. Nuestra mente subconsciente comienza a trabajar en ese sentido, de allí que la gente que ha grabado en el subconsciente mensajes positivos son personas que viven positivamente, porque el poder de su mente consciente está actuando, está dirigiendo su mente subconsciente y ella está ejecutando.
Dentro de este proceso imaginamos algo positivo pero ahí tenemos un ingrediente que es el amor, le envolvemos en esa sensación que hace que me pertenezca porque lo amo, porque lo necesito. Y si yo amo y necesito una cosa y quiero que se realice, esta forma tiene que afectar a otro ser humano, entonces estamos creciendo positivamente, estamos haciendo lo correcto. Aquí hablamos de insertar lo positivo; pero la pregunta es ¿cómo borrar lo negativo?
Primero lo ubicamos dentro de nuestra mente lo que es malo o negativo y lo borramos de nuestra mente mediante u n proceso de negación, ejemplo: si soy una persona que he vivido en el dolor, lo primero que voy a hacer es decir no existe dolor en mi vida, pero dentro de mi, en mi interior puedo ver que estoy viviendo tranquilo, alegre y así voy dejando de lado esa realidad que me acompañó hasta ahora, que es el dolor, pero hay que tomar en cuenta que el problema interno es más fácil resolver porque está dentro de mi, mientras que el que está afuera tiende a ser más difícil ya que tiene interferencia de los que están a su alrededor.
Aquí potencializo la fuente de placer, de trabajar, ya que se puede definir la felicidad como ir hacia metas conocidas por encima de obstáculos no desconocidos. El placer es un intercambio positivo. Es el goce del trabajo, es la contemplación de las obras bien hechas, es un buen libro o un buen amigo; es aventura, esperanza, entusiasmo. Es lo que el ser humano hace, que disfruta haciendo; es lo que el hombre hace y disfruta contemplando; es lo que el hombre hace y disfruta recordando; y puede ser la simple conversación sobre cosas que él sabe que jamás hará .
Vencer el miedo
Pero para vencer lo malo hay que sortear muchos obstáculos.
Primero el miedo al cambio, a lo nuevo a enfrentarse a lo desconocido, y la gran mayoría de seres humanos están detenidos por el miedo, ya que un cambio indica reconocer todo nuestro sistema, todas nuestras negatividades y positividades y hacernos un examen de consciencia y vernos como somos, es como pararnos a un espejo y desnudarnos por dentro, pero la mayoría de personas quieren seguir siendo ciegos, porque están convencidos de que están en lo correcto erigiéndose en una especie de gerentes del mundo: "Yo hago, yo pienso, yo digo, yo creo, y determino y lo demás es un error, no vale, están equivocados" y es ahí donde tenemos que imbuirnos de fe en nosotros mismos y no en los de afuera, esa es la esencia de la realidad de nuestras vidas y ahí viene el choque entre los que buscan la verdad y los que nos impiden desarrollarnos.
Todo es positivo
También es importante alimentar el imán que todos llevamos dentro. Nosotros atraemos cosas positivas y negativas. Debemos comenzar a vivir positivamente atrayendo lo positivo, atrayendo bienestar y mucho crecimiento y ahí estamos alimentando el imán y de esto se encarga la mente subconsciente. Un ejercicio para alimentar el imán puede ser en la mañana al levantarnos y al contemplar el entorno físico exterior manifestar lo bello que es ese día.
Afirmar que cumpliremos los objetivos propuestos, que las relaciones con los demás serán inmejorables y que la gente que me rodea es buena, eso es alimentar el imán positivamente y el trabajo con la mente subconsciente.
Lo permitido y lo objetivo Este crecimiento evolutivo en primer lugar altera nuestra cotidianidad, el entorno familiar y de amistad, ya que el actor evolutivo no dimensiona la vida desde el punto de vista material objetivo, sino más bien va más a allá, a una dimensión que profundiza y que nadie se da cuenta que vamos creciendo a una relación mayor, pero en algún momento verán los resultados, y esos son excelentes, y es más vemos el resultado en forma paulatina, en aquel "loco" que da un buen concepto, que sabe decir la palabra precisa para que uno se sienta tranquilo, y esto es común observar en el trabajo, y en el colegio donde rige la disciplina pre-establecida es más notorio el aparecimiento del "loco" que piensa diferente, quiere vivir a su manera, en forma distinta al común denominador y rompe los esquemas impuestos y por la falta de crecimiento interno de profesores, autoridades y padres de familia se genera un problema que llega a tildarse "rebelde sin causa", sin saber que se trata de un crecimiento espiritual que el joven ha comenzado a experimentar.
En este punto es necesario anotar la diferencia entre lo permitido y lo no permitido, viéndole desde el punto de vista y la objetividad para juzgar. A los romanos les gustaba el placer, pero para los cristianos era una frivolidad extenuante y cuando los cristianos derrocaron al estado pagano, el antiguo orden romano hizo el papel de villano.
Por tanto, cualquier cosa que fuera romana era mala. Esto llegó a extremos tan notables que el amor del romano por el baño hizo del bañarse algo inmoral que en Europa permaneció desaseada durante unos mil quinientos años. Lo romano se había convertido en una fuente de dolor tan general, que todo lo romano era maligno y permaneció siendo maligno durante mucho tiempo después que el imperio fuera derrotado.
De hecho, debido a que al hombre se le puede imponer un conjunto de normas, éste por su condición de pensar y reaccionar puede oponerse y eliminar lo prohibido de su actitud y vivir a su manera.

LA COMUNICACIÓN


Si se ejerce con ética profesional, la comunicación sociales uno de los trabajos más apasionados que puede realizar el ser humano. No consiste sólo en la mera transmisión de noticias, sino que abarca un conjunto de “intereses” que envuelven las actividades de una sociedad. Así, el comunicador se convierte en el sujeto que capta tales actividades y que, al transmitirlas a la comunidad, influye en ella en una forma notoria. Es necesario hacer una evaluación de la influencia que los medios de comunicación masiva tienen, sobre la sociedad. Ya Marshall Mc.Luhan lo puntualizó al dar a conocer su famosa tesis de que “el medio es el mensaje”, y ello con independencia de contenido.
Desde tal enfoque, las sociedades se conforman en virtud de la extensión de sus medios comunicativos; es decir, éstos, como la luz eléctrica, llevan implícito el contenido. Sin estar completamente de acuerdo con tesis tan radical, se puede concluir que ésta parte de un a priori: precisamente el de la poderosa influencia de los medios sobre la comunidad. “Todo romano estaba rodeado de esclavos. El esclavo y su psicología inundaron Italia antigua y todo romano se convirtió por dentro y sin saberlo, por supuesto en un esclavo. Debido a que vivía constantemente en un ambiente de esclavos llegó, por conducto de su inconsciencia, a infectarse con la psicología de ellos. Nadie puede escudarse contra una influencia parecida”. (Contribución Analítica de la Psicología, Londres) La cita que hace Mc. Luhan sobre la influencia de los esclavos en la visión de las cosas de sus amos, según Jung, resulta perfecta para percatarse de la que a su vez, tiene la radio, prensa, cine, televisión, revistas, libros, etc. sobre nuestra vida contemporánea. El comunicador es un generador de noticias y, al mismo tiempo, un moldeador o hacedor de opinión pública. Por eso su responsabilidad es enorme. El comunicador con ética sabe que su labor no es un pasatiempo, sino una profesión que implica muchas horas de trabajo. Es consciente que el manejo de espacios periodísticos implica solvencia moral sin que importe el área o el medio en que se ejerza. El comunicador tiene que tener la claridad absoluta que su mensaje está contribuyendo a configurar una sociedad mejor. La vida del comunicador puede resultar tan apasionante como su profesión: tiene oportunidad de conocer a personas que se desenvuelven en diferentes áreas de la actividad humana; de estar en el lugar de los hechos, y llevar una existencia enriquecedora. Quizá porque muchas personas se están percatando de esos beneficios, ha ido en aumento el deseo de consagrarse a la comunicación social. Sin embargo, abundan los mediocres; pero también existen aquellos de vocación e interés por la comunicación, que manejan adecuadamente las herramientas de su profesión con solvencia y moral. La aldea global es una realidad. El uso de los medios de comunicación sin previo análisis de que lo que son y lo que significan para la vida del hombre actual, resulta negativo. Nuestros antepasados inmediatos vivían en mundos tan escasos de información, tan solitarios y marginados. Su problema era la soledad y la escasez informativa. Hoy la información es abundante y uno de los más graves problemas de ese caudal es la falta de jerarquización para poner a cada información en su nivel, evitando confusión y destinando a obtener mayor beneficio en la “comunicación de masas”.
(Artículo escrito en octubre de 1985, diario La Verdad)

VIVIENDO SE APRENDE EL SABER

  
Así lo he escuchado. Vivir no es acumular días, meses, años. Vivir no es comprobar día tras día ante el espejo de la evolución el reflejo de nuestro rostro, con más arrugas, la cabellera con menos pelo y o más blanca. Vivir no es acumular recuerdos, tristezas y desilusiones. Vivir no es ahondar en la filosofía sartreana que va de la realidad al hastió, de la existencia al existencialismo, que encuentra a la nausea en el lugar donde debe estar la felicidad, armonía y paz.
Mi generación, la de los 70, abrazamos la brecha que marcaba el fin de las causas y el principio de una eternidad sin dolor. Tratando desde entonces abandonar el yo para querer permanecer en el yo-no, aunque esos caminos fueran nuevos y prometedores, al final volvían a conducirnos siempre al mismo punto de partida: el retorno era inevitable e ineludible, la hora con el recuentro conmigo mismo.
Luego partimos a la búsqueda: la lectura, la meditación, el yoga para buscar el yo verdadero, sin saber que estaba dentro de nosotros mismo. Buscamos en escuelas, ordenes, fraternidades, sectas, religiones, nuevas filosofías, siempre con la sed del conocimiento y el acoso a muchos cuestionamiento sobre nuestra posición de la vida: Hasta que llegamos a descubrir que aquello que llamamos aprender no existe, sólo hay un conocimiento que está en todas partes, y es aquel que se halla en el interior de cada ser. Ese conocimiento tiene dos caudales que son el querer saber, y el querer aprender. Y aquí es bueno hacer una diferencia: Qué es el saber y otra como se consigue la sabiduría; el saber se aprende estudiando, la sabiduría se aprende viviendo el saber.
Al nacer, nace con nosotros de manera inseparable la doctrina. Es una cadena perfecta que jamás se interrumpe, una cadena eterna compuesta de causa y efecto, independizando del azar y de los dioses. No obstante esa unidad y concatenación de todas las cosas se interrumpe en un punto y por una pequeña grieta penetra en este mundo unitario algo extraño, algo nuevo que antes no existía para mí, y que no podía ser enseñado ni demostrado, era la doctrina de la vida, la doctrina de la liberación interna.
Desde que asomó la grieta, nada ocupa ahora más que mis propios pensamientos, como ese yo-mío, ese enigma que supone el estar vivo, de ser una persona aislada y separada del rebaño, soy yo mismo y debo aprender de mi mismo, ser mi propio discípulo, conocerme y penetrar en ese recinto tan complejo llamado YO. El sentido y la esencia no se hallan en ningún lugar, se hallan en mi mismo.
De lo dicho, sé que generará interpretaciones, explicaciones, cuestionamientos, pero la doctrina verdadera sigue adelante, triunfa lentamente, rompe las cadenas de la dependencia, de la pasividad, de la resignación y avanza en su objetivo de liberar a base de una conciencia consciente y activa, no de una pasividad de una doctrina, de una aceptación tácita. La liberación no está en la mente con una teoría, sino en la vida, a través de la vivencia.
Una doctrina puede enseñar a muchos a vivir honestamente, a evitar el mal. Pero hay algo que toda doctrina, por muy respetada y buena que sea, no puede descubrir el secreto de una vivencia. Para ello voy a poner un ejemplo muy simple pero eficaz: Si quisiéramos describir el sabor del limón, podríamos emplear horas en descripciones y análisis, y apenas tendríamos una vaga idea de lo que es su acidez y su sabor. La mejor y a la vez más rápida manera de saber lo que es un limón es partirle y degustar y así comprobaremos por vivencia propia sus propiedades. Con este ejemplo hemos logrado descubrir de qué se trata la vivencia, es decir el descubrimiento de nuestro yo a través de nuestras experiencias.
Pero muchos sentirán, que sus vivencias lo único que han logrado es acrecentar sus insatisfacciones internas, al creer que la vida pasa de manera intrascendental, porque no ha logrado hacer grandes cosas peor llegar a la cúspide de sus aspiraciones de triunfo. El secreto de trascender consiste en hacer pequeñas cosas con amor y con toda la intensidad de la vida. Cada día vivido de esa manera es como las piedras acumuladas que van formando sin sentir un gran edificio que nos hará grandes sin saberlo y sin habernos propuesto. Y así solos alcanzaremos la meta de nuestro descubrimiento interno, y para llegar nos juzgaremos solos, elegiremos o rechazaremos el camino en función a nuestra persona, pues nadie más puede vivir dentro de nosotros y conocer nuestro verdadero pensamiento y nuestros verdaderos sentimientos. La verdadera forma de pensar es desentrañar la última causa de las cosas. Sólo así las sensaciones se convertirán en conocimientos. Y en vez de diluirse adquieren contenido y empiezan a irradiar y así vamos llenando la bodega de frutos valiosos de nuestras experiencias.
Ese es el yo, que muchas veces quisimos rehuir, esconder o engañarlo. Pero hemos aprendido a dominarlo, a pulirlo, a trabajarlo y a conocerlo, como una verdadera filosofía de vida, marcada por los antiguos en el frontispicio templo de Apolo en Delfos: “Nosce Te Ipsum”.
Una manera de conocer el secreto de la vivencia es a través de la interpretación de los símbolos y signos, que no podemos considerarlos como una ilusión, un producto del azar o una envoltura sin valor. Estos símbolos, muchas veces transformados en alegorías son una especie de etiquetas que envuelven principios. Y quien nos enseña. ¡la filosofía masónica!, cuyos principios transmiten el libro del mundo y el libro de nuestro propio ser, y solo el trabajo constante y con los instrumentos adecuados trazaremos nuestro templo en las justas proporciones.
Por el estudio del simbolismo podemos obtener las llaves para llegar a la sabiduría, para sorprender las voces secretas de nuestro propio mundo interior: El verdadero masón no es el que más sabe, sino aquel que puede lograr descubrir que posee un refugio interior y ser cómplice de su intimidad.
El río es un ejemplo vivo y a la vez simbólico de lo que debe ser la vida del verdadero masón: El agua fluye y fluye sin cesar. El río es el mismo, aunque se renueva cada instante. ¿Quién puede entender este misterio? El agua nos enseña que es bueno hundirse, buscar las profundidades. El río está a la vez en todas partes: en su origen y en su desembocadura, en la cascada, alrededor de la barca, en los rápidos, en el mar, en la montaña, en todas partes simultáneamente. Para él no existe más que en el presente, sin la menor sombra del pasado o del futuro. Si nos ponemos a contemplar nuestras vidas, advertiremos que nuestras vidas son un río, y que nada es real sino tan sólo sombras, separan al yo-niño del yo-hombre y del yo-anciano. Nada ha sido ni será; todo es. Todo tiene una esencia y un presente.
Allí en nuestros templos nos enseñaron que debemos vivir nuestra propia vida y encontrar por nosotros mismos el camino. Todos los hermanos al pedir luz, hicimos tres viajes, vendados, en la oscuridad. La diferencia es que hubo una mano compañera y secreta que nos ayudó a evitar dar un mal paso. Pero nadie de los presentes podía evitar que el profano pueda apartarse ni un milímetro de su destino y así enseñarle la necesidad de la vivencia. Por tanto el día de nuestra iniciación nos enseña en el silencio del templo que la sabiduría no es comunicable. Hemos aprendido en esa ceremonia que el saber puede comunicarse, pero la sabiduría no. Es posible encontrarla, vivirla, dejarse llevar por ella, pero comunicarla y enseñarla es imposible. Solo hay un camino: la vivencia, porque lo contrario de toda verdad, también es verdadero.
Por ello tenemos que ser eternos buscadores. Y conforme vamos ascendiendo en nuestra carrera masónica vamos incrementando nuestra búsqueda con mejores posibilidades. Pero esa búsqueda que no nos convierta en un ser vendado, porque ocurre que sólo podrá ver aquello que anda buscando y no logrará encontrar nada diferente a lo que busca, porque se encuentra obsesionado por su objetivo. La opción de la masonería es que nos permite encontrar. Y encontrar significa ser libre, estar abierto, carecer de objetivos y ver todas las verdades alrededor de nosotros y las maravillas del camino.
La vivencia dentro de nuestra Fraternidad nos ofrece la posibilidad de abolir el tiempo, de ver simultáneamente toda la vida pasada, presente y venidera, como la alegoría del río; entonces todo es bueno, es perfecto, es único. Es bueno todo lo que existe: la vida como la muerte; la inteligencia como la estupidez; lo blanco y lo negro que significa que a pesar de las diferencias de razas, lenguas, opiniones políticas y religiosa es una imagen del bien y del mal de que está sembrado el camino de la vida. Todo ello pide de nosotros la comprensión, la tolerancia, la aplicación de las grandes virtudes, todo ello comunicado y entendido por el simbolismo que es la clave de nuestros misterios.
Y para conocer esa vivencia solo se necesita un requisito: el amor. Este sentimiento nos permite llevar con alegría esa búsqueda. Amando al mundo, contemplando con amor, admirando y respetando, así la vivencia humana se transformará en nosotros en la verdadera vivencia y así entenderemos “¡Cuan bueno y cual delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!”

LA ANGUSTIA

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Podemos afirmar que el producto más característico de la modernidad es la angustia. Si nos asomamos a los horizontes de la filosofía, el teatro, el cine, la literatura en general nos encontramos con la extraña identificación entre el humano y la angustia. El individuo actual está indigente frente a un abismo absurdo lleno de náusea, de inseguridades.
Frecuentemente confundimos la angustia con otros sentimientos similares como la congoja, aflicción, tedio, incluso clínicamente sean perturbaciones estrictamente diferenciadas, no rara vez se entrañan y se implican la depresión y la angustia, y desde luego, la obsesión y la angustia se comportan alternativamente, como madre e hija.
Es conveniente subrayar la diferencia que existe entre inquietud, ansiedad y angustia. En la inquietud predomina la sensación física, sin que, no obstante, se produzca ahogo u opresión. Además, la inquietud es tan sólo una sensación, sin llegar a ser un sentimiento; no llega, pues, a alterar el sistema afectivo.
En la angustia, la sensación de opresión repercute en nuestro organismo físico, en especial en las funciones gástricas y respiratorias, todo envuelto en un halo de tristeza. Se localiza en el plexo solar, en la zona precordial y en la garganta donde se siente un ahogo, por lo tanto tiene un efecto sobrecogedor y paralizante.
En la ansiedad, el malestar se circunscribe al plano torácico es una perturbación más bien psíquica, se experimenta una sensación de inseguridad, de sobresalto, con tendencia a la fuga. En suma, la angustia es más profunda, somática y visceral. La ansiedad, en cambio, es más bien cerebral y psíquica.
Es fácil, también confundir la angustia con el miedo; y, desde luego, no deja de haber en toda angustia una buena dosis de miedo. Aunque teóricamente, el miedo tiene su propio objeto, del que carece la angustia, sin embargo, en el plano existencial existen transiciones entre ambos. El pueblo llano usa con frecuencia la expresión miedo angustioso. Mucho más emparentado con la angustia se halla el temor, por ser un sentimiento ante lo desconocido.
Como vemos, los estados de ánimo se entrecruzan y se dan frecuentemente transiciones entre la angustia, el miedo, la ansiedad, el temor, la obsesión y la tristeza. La pregunta ¿En que estado estamos, cada uno de nosotros?
Comencemos diciendo que la angustia puede ser una depresión reactiva; un sentimiento ligado a circunstancias exteriores. Y, de hecho, gran parte de la angustia es, reactiva. Pero hay personas que habitan en la región de la angustia, sin que hayan tenido estímulos amenazantes ni causas inductoras. Es la angustia vital, nacieron así, están angustiados habitualmente y sin motivo alguno. Existe, pues, una personalidad ansiosa, genéticamente angustiosa, su estado de ánimo es permanentemente tensa y nerviosa. Vive en ascuas, es una atmósfera interior hecha de temor, incertidumbre y preocupación.
Esta personalidad ansiosa coincide generalmente con tipos aprensivos, acomplejados y obsesivos. Se sienten perseguidos por dentro y por fuera. Habitan en un mundo de fantasmas. En sus mansiones interiores reina un caos primordial, como efecto de la desintegración interior o falta de unidad y control. Por eso dicen los existencialistas que el angustiado siente la amenaza de la disolución de la unidad del yo. Se preocupan de todo. Viven los problemas de los demás, familiares, amigos, como si fueran propios; pero, en lugar de tratar de solucionarnos, se complican cada vez más a sí mismos y a los demás porque sufren inútilmente.
Sienten miedo de todo. Viven de aprensiones y suposiciones y de interrogantes. Siente igualmente un miedo obsesivo por la muerte, por cualquier enfermedad, por determinada desgracia que les puede sobrevivir. Desde desconocidos abismos les suben hasta el primer plano de la conciencia temores infundados, les asalta el nerviosismo, la impaciencia y la ansiedad. No son dueños de dueños de su propia casa. Todos los enemigos la han invadido y campean a sus anchas. Esa es la angustia vital, que llega al sujeto desde más allá de su nacimiento, desde las urdimbres y combinaciones más remotas de las constelaciones genéticas.
Dice Heráclito “Nadie se baña dos veces en el mismo río”. También en el mundo de las vivencias hay un continuo fluir; pero debajo de ese flujo algo permanece inalterable. Las sensaciones van y vienen, los pensamientos aparecen y desaparecen, los sentimientos crecen y decrecen; pero la persona se siente una sola en todo momento, en medio del fluente movimiento vital se yergue el yo rector y coordinador de todo.
Pues bien, esa unidad del yo, que es el yo mismo, es la que se siente amenazada con quebrarse en una aguda crisis de angustia. De allí la expresión característica de quienes están profundamente angustiados “voy a volverme loco”. AL hablar de locura, están refiriéndose a la disolución de la unidad del yo, porque loco es quien pierde el control de sus actos. Una persona normal es aquella que mantiene firmes en sus manos las riendas de sus propios actos. Si ya no puede sujetar las riendas, realizará actos ajenos a su propio ser. Se enajenará.
Hay otro tipo de angustia, la provocada por circunstancias exteriores, es decir una compleja interacción entre el individuo y su ambiente. Esta se llama angustia reactiva, porque el sujeto exterior impacta en la persona; es decir, el acontecimiento ejerce sobre la persona una fuerza oprimente. Esta presión siempre deja una marca, una herida o alteración del estado del estado anímico de la persona con variados efectos. Eso se llama angustia.
Ejemplo de lo dicho, una noticia alarmante o una amenaza puede ejercer una presión tal sobre un sujeto que éste se quiebre, se desintegre, víctima del susto o sobresalto, esto es la angustia reactiva. Y si el sujeto en cuestión, no tiene una respuesta adecuada para neutralizar la circunstancia amenazante, será víctima de una serie de reacciones psíquicas y alteraciones fisiológicas: se podrá tenso, temeroso, presa del nerviosismo e intranquilidad ante la incertidumbre, aprensivo y preocupado con palpitaciones irregulares, la respiración se torna rápida y agitada, se dilatan las pupilas, hay una gran descarga de adrenalina, la boca se reseca, se trastorna el proceso circulatorio, empalidece el rostro, Esto es una crisis de angustia.
LAS FUENTES DE LA ANGUSTIA
La angustia puede tornarse en una situación habitual. Más aún, si los desafíos se suceden unos a otros, la persona afectada puede caer en la angustia vital. Y ésta es la situación del hombre actual. Demasiadas flechas disparadas al mismo tiempo, hacen blanco certeramente en el sistema nervioso, que más que herido se siente ahogado.
Hay dos leyes fatales que son las madres naturales de la ansiedad: la rapidez y la productividad. Tanto vales mientras más produces. Teniendo en cuenta que productividad no quiere decir sentirse pleno y realizado, sino rendimiento constante y sonante tangible. Al humano se lo mide por su capacidad de rendimiento como si fuera un motor donde su capacidad por la potencia que genera; y él, a su vez, valora su vida por el rendimiento que le reporta.
A cualquier profesión se le exige un máximo de productividad, como algo que se puede disfrutar. Esta exigencia le produce una psicosis de la prisa. En la escala social de valores, un fracaso económico es peor estigma ante la sociedad que un fracaso matrimonial. Por eso, más que tener, lo que hoy interesa es parecer que se tiene. ¡Cuántos temores e insatisfacciones en el trabajo y la profesión¡ Duele la competencia desleal. Cada uno busca su medro personal; y, con tal de escalar puestos, no les importa pasar por encima de los demás, Igualmente hay que aguantar las arbitrariedades de jefes y autoridades. Esto es la sociedad fría y hostil que busca las sociedades de consumo, donde hay que individualizarles, hacerles individuos solitarios, para que sólo produzcan y produzcan sin importar su angustia y soledad. Triunfar en la profesión y alcanzar una posición elevada es una cosa; más difícil es mantener la altura y el prestigio durante años y años, cuando al lado están los envidiosos y ambiciosos, acechando y suspirando por ese puesto o dignidad. Para las mujeres constituye una fuente de ansiedad más difícil, por estar dentro de una sociedad machista, donde el hombre no quiere comprender que el sexo femenino les ha superado, por tanto luchan con malas artes para impedir que ellas dominen en sus profesiones. Y peor si es casada, porque aparte de su trabajo tienen que atender su hogar y por tanto tienen que buscar un equilibrio entre su profesión u ocupación y su condición de esposa-madre. Y ya en el seno del hogar si no encuentran el punto de equilibrio y diálogo permanente, surge las competencias, rivalidades, intereses creados, desconfianza y por ende incompatibilidades. Y los hijos se ven envuelto en diversas etapas de crisis. Todo esto se va acumulando en el humano, los entusiasmos disminuyen, comienza aparecer las enfermedades. Y aparece una sensación de impotencia e inutilidad, difícil de explicar.
Y a esta angustia se agrega elementos externos como es la polución atmosférica, la televisión que nos acribilla todos los días con tragedias, el estrépito de las calles, el tránsito, la inseguridad, la delincuencia, y si la persona es sensible le agobia aún más los problemas sociales como el desempleo, la pobreza, la desnutrición, las malas condiciones sanitarias, la falta de vivienda, el calentamiento global, las guerras, etc. Todo ello hace que se tenga individuos nerviosos y agresivos, neuróticos. ¿Cómo no sucumbir ante el pertinaz asedio de tantos estímulos? ¿Cómo salvarnos de tantas fieras que nos acechan y amenazan? Pertenecemos a esta civilización, no podemos evadirnos de ella. Pero ¿Qué podemos hacer para mitigar la angustia?
LA LIBERACION
Quienes sufran de angustia vital deberán tener en cuenta varios aspectos: a) No sanarán radicalmente; ya he explicado sobre la constitución genética que acompaña a la persona hasta el final; b) Pueden, sin embargo, mejorar considerablemente, hasta el punto de tener la sensación de ser verdaderamente felices.
Quienes sufran de angustia reactiva, que es el caso de la mayoría, se puede liberar de ella por completo, hasta llegar a adquirir una completa serenidad interior y el gozo de vivir. Uno y otros deberán tener presentes y llevar a la práctica la consigna “Salvarse a sí mismo”; todo proceso es lento, habrá retrocesos, lo que no debe asustar; hay que perseverar pacientemente en el trabajo de la liberación; adquirir el dominio mental, buscar herramientas de liberación. Cuando una persona a estas situaciones amenazantes, por lo general no es capaz de efectuar un correcto juicio de evaluación sobre el grado de amenaza, debido al sobresalto, la sensibilidad del sujeto o simplemente por no tener una perspectiva de análisis suficiente. Por todo ello, no rara vez sobreestima la peligrosidad de la situación y surge la angustia.
Estas son las reglas de oro para mitigar la angustia:
Abandono: No hay antídoto más poderoso para vencer, casi infaliblemente, toda y cualquier angustia que la doctrina del abandono. El abandono presupone una fe viva, quienes la tengan, allí encontrarán la liberación. Para comprender mejor esta parte por favor leer la carta N 67. Titulado “Eliminar el yo”.
Dejar, soltar: Gran parte del sufrimiento es de origen subjetivo, y, por consiguiente, la angustia es una resistencia mental. Hay que cambiar el esquema mental quererse así mismo para querer a los demás; adaptarte y comprender a los demás. Dejar los delirios de grandeza y afanes posesivos, hay que aprender a mirar como un niño, entonces aparecerá ante ti un mundo transparente y distinto que te hará feliz. Todo resplandecerá de dones; vivir es una dicha. Todo es bonito y puro. Y mientras no seas puro no verás las cosas y personas en sí mismas, sino a través del miedo o de la codicia que te causan. Y mientras no se desprendas de ellas, no tendrás ojos limpios para ver el mundo en su primordial virginidad.
Relajamiento: La angustia no es otra cosa sino una tensión del sistema nervioso. Un sistema nervioso relajado no conoce la angustia. Todos los ejercicios de silenciamiento y relajación ayudarán de una manera eficaz a mitigar la ansiedad.
No des curso a actitudes posesivas ni agresivas. Se sensible, no juzgues para que nadie invada tu santuario de buenas intenciones; trata a los demás con la misma reverencia y comprensión con que se tratas a ti mismo. Ama al prójimo como a sí mismo. Apaga la pasión del yo y enciende la compasión con el mundo.

ODIO Y AMOR



Por qué se ha escrito más sobre el amor que sobre el odio? Probablemente, porque es más fácil. 
Son incontables los poemas que existen dedicados a la belleza del mar en calma, y sin embargo el mar puede ponerse bravo, los maremotos son definidos como agitación violenta de las aguas contra quien no cabe defensa alguna, y en ellos se pueden reflejar las furias personales, los naufragios están ahí. Muchos se atreven a escribir sobre el amor, ese amor tantas veces imaginario y otras tantas como refugio de soledades que vive vestido de falacia. Pocos sobre el odio. Sin duda se movilizan mecanismos de rechazo. Se sabe y siente que el amor oxigena y eleva el espíritu y se sabe y siente que el odio lo degenera. De añadidura, el amor es locuaz. Por un diario íntimo cualquiera dictado por el odio antes de los 20 años hallaríamos millares dictados por el amor. Y no obstante, en el fondo se trata de un espejismo. 
Es ingente, oscura y siniestra la cantidad de odio capaz de acumularse durante la niñez; odio al padre, odio a la madre, al profesor, al ambiente en que se ha nacido, celos irreprimibles, enfermiza introspección. Prescindamos de Freud quien como es lógico examinó el fenómeno y apelemos a la novela Los hermanos corsos de Dumas, en el que el autor propone describir el odio-límite, lo que hace germinar precisamente entre dos hermanos gemelos. Pero en la adolescencia suele cantarse -significativo término- el amor. A la mariposas y a la primavera. A la rosa y la belleza, el amor a esa juventud vestida de imaginación.
 En las tribus primitivas con frecuencia al compás de una melodía a la caza y al fuego. Canta a la caza porque me da de comer. Canto al fuego porque calienta mi piel y mi yo. Por descontado los estudiosos han llegado a la conclusión de que el mundo emocional es ambivalente, que por esta causa no es raro que el odio provenga del amor, que éste, a veces tras un proceso largo, a veces en cuestión de un instante, se transforme en odio. Los matrimonios rotos saben eso como nadie. Pero también las personas obligadas a convivir con cárceles, conventos, lugares de trabajo, etc. El odio llega a ser sinónimo de infierno. El consejo “no analices...” vendría aquí como anillo al dedo. A medida que descubrimos los entresijos del otro, de los demás, sobreviene el desencanto y de ahí al odio no hay más que un paso. Nos sentimos estafados y por ello odiamos. Y aún sin descartar la posibilidad de que en ocasiones la culpa sea nuestra -de que la conciencia nos advierta que el otro es inocente-, normalmente el motivo para el desencanto existe, es válido, contabilizable y entonces el odio que experimentamos nos procura migajas de indefinible placer. Se ha dicho que, después del genio, nada existe tan perspicaz como el odio. En efecto, el odio utiliza, no cinco sentidos, sino cinco mil. Presiente, adivina, localiza e invade al sujeto odiado como un cáncer proliferante, o mejor aún, como una serpiente que enrosca (no olvidemos que muchos crímenes pasionales se producen por estrangulamiento). Como fuere, es obvio que el odio es tan antiguo como el hombre. No obstante todos tenemos la impresión de que en nuestra época el odio crece, que nos acosa cada vez más. Basta abrir un periódico y leer que lo nuestros políticos nos mienten, engañan y martirizan con sus acciones y declaraciones, para que los ciudadanos comiencen a odiarlos, en muchos casos a estrangularles con el lazo del desprecio y los rechacen con una absoluta indiferencia por el aprovechamiento hacia los demás.

GEOMETRIA SAGRADA

GEOMETRIA SAGRADA

La geometría es una de las ciencias más representadas en las ceremonias y símbolos de las escuelas iniciáticas y la que entre todas es considerada como más esencial. Geometría significa “medida de la tierra”. En el antiguo Egipto, del que Grecia heredó dicho estudio, el Nilo desbordaba sus márgenes cada año, anegando la tierra y borrando el metódico trazado de las parcelas y las zonas de cultivos. Esa inundación anual simbolizaba para los egipcios el retorno cíclico del primigenio caos acuoso, y cuando las aguas se retiraban empezaba la tarea de redefinir y reestablecer los linderos. Este trabajo se llamó geometría y era considerado como el restablecimiento del principio del orden y de la ley sobre la tierra. Cada año, cada zona medida era un poco diferente. El orden humano era cambiante, y eso se refleja en el ordenamiento de la tierra. El astrónomo del templo podía decir que ciertas configuraciones celestes habían cambiado, y por lo tanto la orientación o la ubicación de un templo tenían que ajustarse a ello. Así pues, el trazado de las parcelas sobre la tierra tenía, para los egipcios, una dimensión tanto metafísica como física y social. Esa actividad de “medir la tierra” se convirtió en la base de una ciencia de las leyes naturales tales y como se encarnan en las formas arquetípicas del círculo, el cuadrado y el triángulo. La geometría es el estudio del orden espacial mediante la medición de las relaciones entre las formas. La geometría y la aritmética, junto con la astronomía, la ciencia del orden temporal a través de la observación de los movimientos cíclicos, constituían las principales disciplinas intelectuales de la educación clásica. El cuarto elemento de ese importante programa de cuatro partes, el quadrivium, era el estudio de la armonía y la música. Las leyes universales que definían la relación y el intercambio entre los movimientos temporales y acontecimientos celestes por una parte y el orden espacial y el desarrollo sobre la tierra por otra. Luego se agregaron la gramática, que enseña a expresar las ideas con las reglas propias del lenguaje; la retórica, los adornos y belleza del estilo hablado; la lógica para formar juicios exactos de las cosas; tres elementos más y con ello se formaron lo que se llama las Artes Liberales, que son siete y que está representado en los Siete maestros necesarios para formar una logia justa, regular y perfecta. El objetivo implícito de esa educación era permitirle a la mente convertirse en un canal a través del cual la “tierra” (el nivel de la forma manifestada) podía recibir lo abstracto, la vida cósmica de los cielos. La práctica de la geometría era una aproximación a la manera en que el universo se ordena y se sustenta. Los diagramas geométricos pueden ser contemplados como momentos de inmovilidad que revelan una continua e intemporal acción universal generalmente oculta a nuestra percepción sensorial. De esa manera una actividad matemática aparentemente tan común puede convertirse en una disciplina para el desarrollo de la intuición intelectual y espiritual. Platón consideraba a la geometría y a los números como el más conciso y esencial, y por tanto el ideal de los lenguajes filosóficos. Pero no es sino en virtud de su funcionamiento a cierto “nivel” de realidad que la geometría y los números pueden convertirse en un vehículo para la contemplación filosófica. La filosofía griega definía esa noción de “niveles”, tan útil en nuestro pensamiento, distinguiendo el “tipo” del “arquetipo”. Según indicaciones que vemos en los relieves murales egipcios, dispuestos en tres registros –el superior, el medio y el inferior- podemos definir un tercer nivel, el “ectipo” situado entre el arquetipo y el tipo. Para ver como funciona cada uno de ellos, tomemos un ejemplo de algo tangible, como una brida o freno que se utiliza para controlar a un caballo. Esa brida puede tener cierto número de formas, materiales, tamaños, colores, utilidades, y todas ellas son brida. La brida así considerada es un tipo: existe, es diversa y variable. Pero en otro nivel está la idea o la forma de brida, el modelo de todas las bridas. Esta es una idea no manifestada, pura y formal, y ese es el ectipo. Y por encima de ese está todavía el nivel arquetípico, que es del principio o poder-actividad, es decir un proceso que la forma ectípica y el ejemplo de tipo de joya sólo representa. El arquetipo tiene que ver con los procesos universales o modelos dinámicos que pueden considerarse independientes de cualquier estructura o forma material. El pensamiento moderno tiene difícil acceso al concepto de arquetipo porque las lenguas europeas requieren que los verbos y la acción se asocien con sustantivos. Por tanto no tenemos formas lingüísticas con que imaginar un proceso o una actividad que no tenga un vehículo material. Las culturas antiguas simbolizan esos procesos puros y eternos como dioses, es decir, poderes o líneas de acción a través de las cuales el espíritu se concretizaba en energía y materia. La brida se relaciona pues con la actividad arquetípica mediante la función de palanca: el principio de que las energías son controladas, especificadas y modificadas mediante los efectos de la angulación. Así pues, vemos que con frecuencia el ángulo –que es fundamentalmente una relación entre dos números- habría sido utilizado en el simbolismo antiguo para designar un grupo de relaciones fijas que controlan complejos o modelos interactivos. De esa manera, los arquetipos o dioses representan funciones dinámicas que vinculan entre sí los mundos superiores de la interacción y el proceso constante, y el mundo real de los objetos concretos. Veamos, por ejemplo, que un ángulo de 90º o de 45º, de la misma forma, la óptica geométrica revela que cada sustancia refleja la luz en forma característica en su propio ángulo particular, y es ese ángulo el que nos da nuestra definición más precisa de la sustancia. Además, los ángulos de los patrones de unión entre las moléculas determinan en gran parte las cualidades de la sustancia. En el caso de la brida, esa relación o juego angular se manifiesta en la relación entre el bocado y la correa de la brida o entre el bocado y la inclinación del cuello o la mandíbula y el bíceps del jinete. Partiendo del nivel del arquetipo o idea activa, el principio de la brida puede aplicarse metafóricamente a muchos campos de la experiencia humana. Funcionando pues a nivel arquetípico, la geometría y los números describen energías fundamentales y causales en su entretejida y eterna danza. Es ese modo de ver el que subyace bajo la expresión de sistemas cosmológicos y configuraciones geométricas. Por ejemplo, el más reverenciado de todos los diagramas tántricos, el Sri Yantra representa las funciones necesarias activas en el universo mediante nueve triángulos entrelazados. Sumirse en un diagrama geométrico de esa índole es entrar en una especie de contemplación filosófica. Para Platón, la realidad consistía en esencias puras o ideas arquetípicas de las que los fenómenos que percibimos son sólo reflejos (la palabra griega “Idea” también se traduce como “Forma”). Estas ideas no pueden ser percibidas por los sentidos, sino sólo por la razón pura. La geometría era el lenguaje que recomendaba Platón como el modelo más claro para describir ese reino metafísico. “¿Acaso no sabéis que los geómetras utilizan las formas visibles y hablan de ellas, aunque no se trata de ellas sino de esas cosas de las que son un reflejo y estudian el cuadrado en sí y la diagonal en sí, y no la imagen de ellos que dibujan? Y así sucesivamente en todos los caos. Lo que realmente buscan es poder vislumbrar esas realidades que sólo pueden ser contempladas por la mente”. Platón, La República, VII. El Platónico considera nuestro conocimiento de la geometría como innato en nosotros, adquirido antes de nacer, cuando nuestras almas estaban en contacto con el reino del ser ideal. “Todas las formas matemáticas tienen una permanencia primera en el alma; de tal modo que antes de lo sensible, ésta contiene números con su propia dinámica; figuras vitales antes de las aparentes; razones armónicas antes que las cosas armónicas, y círculos invisibles antes que los cuerpos que se mueven en el círculo”. Thomas Taylor. Platón lo demuestra en Menón, donde hace que un joven sirviente sin instrucción resuelva instintivamente el problema geométrico de duplicar el cuadrado. Para el espíritu humano, atrapado en un universo en movimiento, en la confusión de un perpetuo flujo de acontecimientos, circunstancias y desconcierto interno, buscar la verdad siempre ha consistido en buscar lo invariable, llámese ideas, formas, arquetipos, números o dioses. Entrar en un templo construido en su totalidad conforme a las proporciones geométricas invariables es entrar en el reino de la verdad eterna. Dice Thomas Taylor: “La geometría lo permite a su devoto, como un puente, franquear la oscuridad de la naturaleza material, como si fuese un mar oscuro hacia las regiones luminosas de la realidad perfecta”. Empero, no se trata de absoluto de un suceso automático que ocurra con sólo coger un libro de geometría. Como dice Platón, el fuego del alma debe ser gradualmente reavivado por el esfuerzo: “Qué gracia me hacéis, los que parecéis preocupados porque yo os imponga estudios poco prácticos. No es propio únicamente de los espíritus mediocres, sino que todos los hombres tienen dificultades para persuadirse de que es a través de esos estudios, utilizados como instrumentos como se purifica el ojo del alma, y como se propicia que un nuevo fuego arda en ese órgano que estaba oscureciendo y como extinguido por las sombras de otras ciencias, un órgano más importante de conservar que diez mil ojos, ya que es el único con el que podemos contemplar las verdad”. La República, VII (Citado por Teón de Esmirna (siglo II) en su Matemáticas útiles para entender a Platón. La geometría trata de la forma pura, y la geometría filosófica reconstruye el desarrollo de cada forma a partir de otra anterior. Es una manera de hacer visible el misterio creativo esencial. El paso de la creación a la procreación, de la idea pura, formal y no manifestada al (aquí abajo), el mundo que surge de ese acto original divino, puede trazarse mediante la geometría, y experimentarse mediante la geometría, y experimentarse mediante la práctica de la geometría. Inseparable de este proceso es el concepto del número y para los pitagóricos, el número y la forma a nivel de idea eran uno solo. Pero en este contexto el número debe entenderse de manera especial. Cuando Pitágoras decía “Todo está ordenado en torno al número”, no pensaba en los números en el sentido enumerativo ordinario. Además de la simple cantidad a nivel ideal los números están impregnados por una calidad, de tal manera que la “dualidad”, la “Trinidad” o la “Tétrada” por ejemplo, no son simples compuestos de 2, 3 o 4 unidades, sino que son un todo o una unidad en sí mismas, cada una de ellas con sus correspondientes propiedades. El “dos”, por ejemplo se considera como la esencia original de la que procede y en que funda su realidad el poder de la dualidad. R. A. Schwaller de Lubiez propone una analogía mediante la cual se puede entender este sentido universal y arquetípico del número. Una esfera giratoria se nos presenta con la noción de un eje. Pensemos en ese eje como en una línea ideal o imaginaria que atraviesa la esfera. No posee existencia objetiva, y sin embargo no podemos sino estar convencidos de su realidad; y para determinar cualquier cosa relacionada con la esfera, tal como su inclinación o su velocidad de rotación, debemos referirnos a ese eje imaginario. El número en su sentido enumerativo corresponde a las medidas y movimientos de la superficie exterior de la esfera, mientras el aspecto universal del número es análogo al principio inmóvil, no manifestada y funcional de su eje. Llevemos ahora nuestra analogía al plano bidimensional. Si tomamos un círculo y un cuadrado y le damos el valor 1 al diámetro del círculo y también al lado del cuadrado, entonces la diagonal del cuadrado siempre será (y ésta es una ley invariable) un número “inconmensurable” “irracional”. Decimos que ese número se puede prolongar en un número infinito de decimales sin llegar nunca a una resolución. En el caso de la diagonal del cuadrado, ese decimal es 1,4142…. Y se llama raíz cuadrada de 2. Con el círculo, si le damos al diámetro el valor 1, la circunferencia siempre será de tipo inconmensurable: 3,14159…, que conocemos como el símbolo griego, pi. El principio sigue siendo el mismo en el caso inverso, si le damos el valor fijo y esa transacción única en que la vibración oída se convierte en forma vista; y su geometría explora las relaciones de la armonía musical. Aunque interrelacionadas en su función, nuestros dos principales sentidos intelectuales, la vista y el oído, utilizan nuestra inteligencia en dos formas completamente distintas. Por ejemplo, con nuestra inteligencia óptica, para formar un pensamiento componemos una imagen de nuestra mente. Por otra parte, el oído utiliza la mente en una respuesta inmediata y sin imagen cuya acción es expansiva y evoca una respuesta de asociar con experiencias subjetivas, emocionales, estéticas o espirituales. Tendemos a olvidar que también interviene cuando la razón percibe relaciones invariables. Por tanto, cuando centramos nuestra experiencia sensorial en nuestra capacidad auditiva, podemos darnos cuenta de que es posible escuchar un color o un movimiento. Esta capacidad intelectual es muy diferente de la “visual”, analítica o secuencial que normalmente utilizamos. Es esta capacidad, asociada con el hemisferio derecho del cerebro, la que reconoce patrones en el espacio o conjuntos de cualquier tipo. Puede percibir simultáneamente los opuestos y captar funciones que ante la facultad analítica parecen irracionales. Es de hecho el complemento perfecto de la capacidad visual y analítica del hemisferio izquierdo, ya que absorbe órdenes espaciales y simultaneas. Esa cualidad intelectual innata se asemeja mucho a los que los griegos llamaban la razón pura, o lo que en la India llamaban el corazón-mente. Los antiguos egipcios tenían para ello un hermoso nombre, la inteligencia del corazón, y alcanzar esa cualidad de entendimiento era la meta implícita de la vida. La práctica de la geometría, aunque hace uso también de la facultad analítica, utiliza y cultiva ese aspecto auditivo e intuitivo de la mente. Por ejemplo uno experimenta el hecho del crecimiento geométrico a través de la imagen del cuadrado cuya diagonal forma el lado de un segundo cuadrado. Se trata de una certeza no razonada captada por la mente a partir de la experiencia real de ejecutar el dibujo. La lógica está contenida en las líneas de papel, que no se pueden dibujar de otra forma. Como geómetras equipados únicamente con compases y reglas, entramos en el mundo bidimensional de la representación de la forma. Se establece un vínculo entre los reinos del pensamiento más concreto (forma y medida) y los más abstractos. En la búsqueda de las relaciones invariables que gobiernan e interrelacionan las formas, nos ponemos en resonancia con el orden universal. Al reproducir la génesis de esas formas intentamos conocer los principios de la evolución. Y de esa manera, al elevar nuestros propios patrones de pensamiento a esos niveles arquetípicos, propiciamos que la fuerza de esos niveles penetre nuestra mente y nuestro pensamiento. Nuestra intuición se anima, y quizá como dice Platón, el ojo del alma pueda ser purificado y encendido de nuevo, “pues sólo a través de él podemos contemplar la verdad”. Uno de los supuestos fundamentales de las filosofías tradicionales reside al parecer en que el propósito de las facultades intelectuales del humano es el de acelerar nuestra propia evolución superando las limitaciones del determinismo biológico que constriñen a todos los demás organismos vivos. Los métodos como el yoga, la meditación, la concentración, las artes, artesanías, son técnicas psico-físicas para acercarse a esa meta fundamental. La práctica de la geometría es una de las técnicas esenciales de autorrealización.