Cuenta una antigua leyenda hindú que en un tiempo todos los hombres que vivían sobre la tierra eran dioses, pero como el hombre pecó tanto, Brahma, el dios supremo, decidió castigarlo privándolo del aliento divino que había en su interior y esconderlo en donde jamás pudiera encontrarlo y emplearlo nuevamente para el mal.
- Lo esconderemos en lo profundo de la tierra, dijeron los otros dioses.
- No, dijo Brahma, porque el hombre cavará profundamente en la tierra y lo encontrará.
- Tampoco, dijo Brahma, porque el hombre aprenderá a sumergirse en el océano y también allí lo encontrará.
- Escondámoslo en la montaña más alta, dijeron. - No, dijo Brahma, porque un día el hombre subirá a todas las montañas de la tierra y capturará de nuevo su aliento divino.
- Entonces no sabemos en dónde esconderlo ni tampoco sabemos de un lugar en donde el hombre no pueda encontrarlo, dijeron los dioses menores.
- Y dijo Brahma: Escondedlo dentro del hombre mismo; jamás pensará en buscarlo allí.
Y así lo hicieron. Oculto en el interior de cada ser humano hay un ser divino. Y desde entonces el hombre ha recorrido la tierra, ha bajado a los océanos, ha subido a las montañas buscando esa cualidad que lo hace dios y que todo el tiempo ha llevado en su interior. Reflexionando en esta antigua leyenda se puede afirmar que en otros tiempos el ser humano era totalmente consciente de ser ese centro motivador y conocía su herencia y dominio. Vivía plenamente en un estado de divinidad, pero casi todos han renunciado a ese don divino, y hoy la gran mayoría desconoce esa cualidad que es la verdadera herencia de la humanidad. Lo que el ser humano tuvo en una ocasión, puede volver a alcanzarse. Ese es el principio que subyace a la infinita variedad de vida y manifestaciones que vemos a nuestro alrededor y que incluye nuestra vida junto con las de todas las cosas existentes, ya que todo lo que existe tiene vida.
Estoy Seguro que al ritmo de la ciencia, los argumentos para demostrar que las cosas no son materiales, serán amplias, suficientes y demostrables, ya que la ciencia no tardará en ver que todas las cosas pueden reducirse a un elemento primigenio que contiene innumerables partículas distribuidas universalmente, que responden a influencias vibratorias, y que están en perfecto y absoluto equilibro. Por consiguiente, se deduce, en términos matemáticos, que tuvo que haber algún tipo de movimiento, alguna acción inicial, que agrupase las infinitas partículas de esta sustancia universal penetrante, para que con su evolución se formare los objetos. Este poder no se origina totalmente en el interior de una partícula, sino que se trata de un poder más grande. No obstante, armonizando con la partícula a través de vuestro pensamiento y acción decidida, y cooperando con la vibración se da selectividad a estas partículas. Por ello, la ciencia física se verá obligada a hacer las deducciones necesarias para comprender y reconocer la presencia de una fuerza que hoy por hoy no se comprende porque está inactiva, y que permanece inactiva porque no se la reconoce.
No se trata de un universo material como se cree. Esa sólo es una definición. Ese universo se manifestó a partir del espíritu y, por tanto, es espiritual. Es ordenado, verdadero. Si es verdadero es científico, si es científico, es inteligente, es vida unida con vida inteligente. La vida unida y guiada por la inteligencia se convierte en determinación y, a través de la determinación, pasa a ser vocación. El espíritu es la energía primaria, vibrante y originaria, inmortal y libre, por lo mismo que es de naturaleza simple. Por tanto los espíritus pueden obrar sobre la materia, ya que el espíritu se refiere más propiamente a la vida psíquica o a la parte más elevada de nuestro ser, en cuanto inteligente y volente. Podemos entrar en el espíritu y utilizar su energía simplemente aceptando o reconociendo que existe; entonces, se manifiesta y todo el espíritu se transforma en un manantial interno e inagotable de vida perpetua y original. Esto determinación no es cuestión de largos años de estudio, ni pasar por períodos de formación, privaciones ni penalidades, solo es cuestión de aceptación que esa vibración existe y que fluye dentro de ti.
Todos somos una gran sustancia de la mente creativa, gracias a ello sabemos que todas las cosas existen, no en la mente sino en la realidad. Que llena todos los espacios, y todos nuestros pensamientos, palabras y acciones proporcionarán una mayor actividad a dicho principio, pues habríamos descubierto su dominio y estaremos utilizando la energía para emitirlo. Al emitir ese poder que fluye desde nosotros nos convertimos en una fuente de suministro que nunca se agota y nos convertimos en divinidades, ya que generamos energía en nuestro interior y también en nuestro alrededor, pero está permanece inactiva hasta que pensemos en ella y que existe. Entonces veremos fluir desde nuestro ser interno de manera ilimitada. le presentaremos al mundo y el mundo se beneficiará de ello. Por tanto nosotros debemos presentar esa realización manifestando la fuerza motriz mediante el poder de la realización, con cada i uno de nuestros pensamientos y actos. Entonces seremos dioses que nos manifestamos desde nuestro interior y que somos realizadores positivos y definitivos.
Allí hemos culminado la belleza arquitectónica de construir nuestro templo Interno, sabiendo con conciencia que dicho templo es nuestro cuerpo puro y verdadero, exaltado por una morada sagrada, íntegra y total. Somos seres energizadores, recipientes íntegros que fuimos para derramar este principio vibracional que fluye a través de nosotros y que derramamos en amor con constante expansión para que la humanidad se beneficie bebiendo esta agua de pura vida y quienes lo hagan no volverán nunca más a sentir sed. Para ello debemos ser humildes para manifestarnos con humildad, siendo nosotros mismos la propia fuerza y energía impulsadora que se va tornando más potente y accesible y convertiremos a nuestra vida cotidiana es una verdadera obra maestra.
CONCLUSION:
Sabiendo, en primer lugar, que esa energía existe, y luego utilizándola con absoluta confianza, no tardaremos en ser totalmente conscientes de ella. Sabremos que es exhaustiva en nosotros y a través de nosotros. Fluirá hacia nosotros en la misma medida que la permitamos fluir desde nosotros, Es decir somos el yo soy que vive en la cámara secreta de nuestra propia alma. Solo tenemos que dar el primer paso para descubrir nuestro mayor tesoro para ir en buscar de la realización.
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