sábado, 13 de agosto de 2011

El silencio y su sabiduria



VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

He escrito este tema el del silencio. De la necesidad del silencio. De las virtudes del silencio. Es indispensable aprender a silenciarnos en la sociedad del ruido. Vivimos dominados y atemorizados por él, lo que nos provoca un estilo de vida agobiante, lleno de neurosis y stress. El ruido está instalado en nuestras vidas. Ante este panorama se hace preciso, reivindicar el papel del silencio. Del silencio creador, del silencio de la paz interior, del silencio que nos humaniza, que nos permita descubrirnos en profundidad, que nos ponga en contacto con la experiencia espiritual y nos proporcione la apertura a la trascendencia.


 Para aprender a escuchar el silencio, debemos pasar primero por un examen de conciencia y detenernos a reflexionar sobre nosotros y qué papel desempeñamos. Si pertenecemos a la masa, donde somos inconscientes por las reglas que nos impone la sociedad. Aquí en este segmento está impedida la reflexión, porque actúan mecánicamente sin meditar en lo que se hace. Están condicionados a decir sí porque es la única canción que le han enseñado; a creer todo lo que le es dado; asimilar, digerir, a no tener problemas, no querer que suceda nada nuevo en el mundo, sino que siga la tradición, el pasado, rechazando la transformación y peor aún la revolución. Son memoria y nada más.

 Se sienten cómodos vegetando y sustentándose en lo que le brinda la sociedad. O si acaso se han movido y no se han quedado atascado y más bien han subido un escalón para alcanzar a mirar la belleza de la vida desde otro plano, desde otros valores descubriendo su propia luz, su creatividad interna como potencial escondido. Aquí fluye en la reacción y la rebelión al orden impuesto en su individualidad, en su espiritualidad. Es consciente de su propia creatividad, en el campo que desee desenvolverse.

 A este grupo pertenece la minoría de la intelectualidad, del artista, del poeta, del pintor, del músico, del pensador, del filósofo, del revolucionario. Aquí han aprendido a decir no. O pueda que esté ubicado en el último peldaño, la de avanzar aún más y estar listo a desarrollar grandes cosas, grandes cambios y transformaciones, claro que tendrá el odio y el rechazo de los primeros y la admiración de los segundos, pero será de aquellos que saben volar. Aquí está ubicado en una dimensión diferente, distinta. Aquí es creativo, interpendiente, es decir todos dependen de todos y todo es uno. Nace la sensación del todo, no yo, no él, no hay fijación en el sí o en el no, no hay obsesión entre decir siempre si y decir siempre no, solo hay fluidez, espontaneidad, no hay obediciencia ni desobediencia sino espontaneidad. Hay responsabilidad ya que responde a la existencia misma, no reacciona desde el pasado y no reacciona desde el futuro. Está en el presente, aquí y ahora. Es inefable, un misterio, un asombro, brilla la sabiduría, el amor y la inocencia. Es un mundo donde las palabras no significan mucho.  Es el mundo del silencio a las palabras, inocencia sin pensamiento sino acción; Solo conocerá las respuestas a las preguntas que le formulen embarcándose en viajes lejanos y fabulosos del asombro, convirtiéndose en niño lleno de sorpresas, de misterio, poesía y canción. De esta persona podrán tomar tanto como quieran que nada se reduce, siempre permanecerá igual que antes. Es la semilla de donde germina la flor que contiene el perfume.  Has notado que para ascender los escalones, hay un elemento primordial de cambio, el silencio. Momentos en que te vuelves sobre ti mismo para examinar tus ideas y afirmar te más en los verdaderos y auténticos criterios.


Cuando estés lleno de ruidos y de actividad, que te impide pensar. ¡Párate un momento y enfréntate con tu yo sinceramente! y verás como en minutos te transformas. Nos tengas miedo al silencio. Verás cuanto bien va a hacer a toda tu vida. Verás cómo vas a escuchar lo que te dice en tu interior, tu conciencia, tu maestro interno. Aprenderás a mirar cómo se enciende una luz en tu interior que te iluminará para siempre. Allí comprenderás que fecundo es el silencio. Escúchate a ti mismo y se te abrirá la verdad de dentro. Escucha y pon tu corazón atento al vuelo de tu espíritu. No es preciso huir del mundo y fingir que todo a tu alrededor ha desaparecido. Contemplar es percibir el reflejo. Por lo que aprendiendo a escuchar la paz del silencio nos enseña a actuar y pensar espontáneamente, en vez de actuar por miedos basados en experiencias pasadas. Tendremos una capacidad inconfundible de gozar cada instante. Una pérdida de interés en recriminar a los demás. Una pérdida de interés en recriminarse a sí mismo. Una pérdida de interés en cualquier conflicto. Una pérdida de interés en la preocupación. Mantendremos episodios frecuentes e irrepetibles de gratitud. Una sensación de estar conectados a los otros y a la naturaleza. Aflorará en nosotros sonrisas frecuentes. Una tendencia a dejar que las cosas ocurran en vez de forzar a que ocurran de determinada manera. Una susceptibilidad al amor que viene de los demás, así como una necesidad incontrolable de extender ese amor a todo el mundo. Igualmente aprenderemos a no tener prisa; a superar la ansiedad; a superar la necesidad de quedar bien; superar la necesidad de rendimiento; superar el afán de posesión; no criticar a otros, ni siquiera con el pensamiento; pensar positivamente; superar la agresividad; fomentar el silencio; estar donde estás, con todo tu ser; pensar positivamente; fomentar la calma y la serenidad; fomentar la comprensión y la tolerancia; vivir con el corazón; poner mucho amor en todo. Haz la prueba, y verás cómo sales renovado de ese silencio.

 No será tiempo perdido esas horas en que te encuentras contigo mismo. Vas a almacenar energía para enfrentarte con las tempestades de la vida. Acude siempre a este misterio en busca de ayuda. Pregunta cuál es su mensaje en determinado momento que estás viviendo y lo recibirás acertadamente. Grandes hombres encontraron en el silencio los resortes más poderosos de su actividad. El desierto fue siempre fecundo. Busca tú un desierto en tu existencia; un lugar solitario donde puedas hacerte dueño de tu vida, donde puedas cada día encontrarlo con gozo para examinar tu conciencia.


LA SABIDURIA DEL SILENCIO




- Habla simplemente cuando sea necesario. Piensa lo que vas a decir, antes de abrir la boca. Se breve y preciso, ya que cada vez que dejes salir una palabra, dejas salir al mismo tiempo una parte de tu energía. De esta manera aprenderás a desarrollar el arte de hablar sin perder energía.

- Nunca hagas promesas que no puedas cumplir. No te quejes y no utilices en tu vocabulario palabras que proyecten imágenes negativas, porque se producirá alrededor de ti todo lo que has fabricado con tus palabras cargadas de negatividad.

- Si no tienes nada bueno, verdadero y útil que decir, es mejor quedarse callado y no decir nada. Aprende a ser como un espejo. Escucha y refleja la energía. El Universo mismo es el mejor ejemplo de un espejo que la naturaleza nos ha dado, porque el Universo acepta sin condiciones nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras acciones, y nos envía de vuelta el reflejo de nuestra propia energía bajo la forma de las diferentes circunstancias que se representan en nuestra vida.

- Si te identificas con el éxito tendrás éxito. Si te identificas con el fracaso, tendrás fracaso. Así podemos observar que las circunstancias que vivimos son simplemente manifestaciones externas del contenido de nuestra habladuría interna. Aprende a ser como el Universo, escuchando y reflejando la energía sin emociones densas y sin prejuicios, porque siendo como un espejo sin emociones, aprendemos a hablar de otra manera, con el poder mental tranquilo y en silencio, sin darle oportunidad de imponerse con sus opiniones personales y evitando que tenga reacciones emocionales excesivas, simplemente permitiendo una comunicación sincera y fluida. No te des mucha importancia y sé humilde, pues cuanto más te muestres superior, inteligente y prepotente, más te vuelves prisionero de tu propia imagen y vives en un mundo de tensión e ilusiones.

- Sé discreto, preserva tu vida íntima, de esta manera te liberas de las opiniones de los otros y llevarás una vida tranquila volviéndote invisible, misterioso, indefinible, insondable.

- No compitas con los demás, vuélvete como la tierra que nos nutre, que nos da lo que necesitamos. Ayuda a los otros a percibir sus cualidades, a percibir sus virtudes, a brillar. El espíritu competitivo hace que crezca el ego y crea conflictos inevitablemente. Ten confianza en ti mismo, preserva tu paz interna evitando entrar en la provocación y en las trampas de los otros.

- No te comprometas fácilmente. Si actúas de manera precipitada sin tomar consciencia profunda de la situación, te vas a crear complicaciones. La gente no tiene confianza en aquellos que muy fácilmente dicen "si", porque saben que ese "si" no es sólido y le falta valor. Toma un momento de silencio interno para considerar todo lo que se presenta y toma tu decisión después. Así desarrollarás la confianza en ti mismo y la sabiduría.

- Si realmente hay algo que no sabes o no tienes la respuesta a la pregunta que te han hecho, acéptalo. El hecho de no saber es muy incómodo para el ego, porque le gusta saber todo, siempre tener razón y siempre dar su opinión muy personal. En realidad el ego no sabe nada, simplemente hace creer que sabe.

- Recuerda que todo lo que te molesta de los otros es una proyección de todo lo que todavía no has resuelto en ti mismo. Deja que cada quién resuelva sus propios problemas y concentra tu energía en tu propia vida. Ocúpate de ti mismo, no te defiendas. Cuando tratas de defenderte, en realidad estás dándole demasiada importancia a las palabras de los otros y le das más fuerza a su agresión. Si aceptas el no defenderte estás demostrando que las palabras de los demás no te afectan, que son simplemente opiniones y que no necesitas convencer a los otros para ser feliz.

- Tu silencio interno te vuelve impasible. Haz regularmente un ayuno de la palabra para reeducar el ego, que tiene la costumbre de hablar todo el tiempo. Practica el arte de no hablar. Toma un día a la semana para abstenerte de hablar, o por lo menos unas horas en el día, según lo permita tu organización personal. Es un ejercicio excelente para conocer y aprender el universo ilimitado. Progresivamente desarrollarás el arte de hablar sin hablar y tu verdadera naturaleza interna reemplazará tu personalidad artificial, dejando aparecer la luz de tu corazón y el poder de la sabiduría del silencio. Gracias a esta fuerza atraerás hacia ti todo lo que necesitas para realizarte y liberarte completamente. Pero hay que tener cuidado de que el ego no se inmiscuya. El poder permanece cuando el ego se queda tranquilo y en silencio. Si tu ego se impone y abusa de este poder, el mismo poder se convertirá en un veneno y todo tu ser se envenenará rápidamente, perdiendo la paz.

- Quédate en silencio, cultiva tu propio ser interno. Respeta la vida de los demás y de todo lo que existe en el mundo. No trates de forzar, manipular y controlar a los otros. Conviértete en tu propio maestro y deja a los demás ser lo que son, o lo que tienen la capacidad de ser. Así que comprometámonos a realizar momentos de silencio. Vamos a respetar el silencio de los demás. Vamos todos a escuchar el silencio.

A manera de colofón se recomienda observar cuidadosamente los primeros síntomas de nacimiento de esta paz interior. Los corazones de muchas personalidades a lo largo de la historia han sido afectados por esta condición y es posible que mucha gente, algún día, comience a ser afectada en proporciones epidémicas. Esto podría resultar una amenaza grave a lo que hasta ahora ha sido una condición estable de conflicto en el mundo contemporáneo, el ruido.

El silencio: su valor


Tres formas hay de silencio: el primero es de palabras, el segundo de deseos y el tercero de pensamientos. El primero es perfecto, más perfecto es el segundo y perfectísimo el tercero. En el primero, de palabras, se alcanza la virtud; en el segundo, de deseos, se consigue la quietud; en el tercero, de pensamientos, el interior recogimiento. No hablando, no deseando, ni pensando, se llega al verdadero y perfecto silencio místico, en el cual habla el alma, se comunica y le enseña en su más íntimo fondo la más perfecta soledad y alta sabiduría.

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